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Escrito por: Luis Carlos Bravo P.
Publicado en: PORTAFOLIO AGOSTO 14 DE 2014

A medida que se agoten los plazos de desgravación y se incrementen las presiones competitivas, se hará cada vez más evidente la imperiosa necesidad de crecer que tienen muchas de nuestras empresas.

El aparato productivo nacional está experimentando considerables modificaciones estructurales. Las oportunidades de negocios y las presiones competitivas derivadas de los diversos tratados de libre comercio, suscritos y por suscribirse, han suscitado entre nuestros empresarios la necesidad de rediseñar el modelo de negocios.

En algunos casos, la evolución está ocurriendo con base en criterios de integración vertical. Algunas empresas de alimentos balanceados, por ejemplo, han dado pasos en este sentido, adquiriendo participaciones accionarias en empresas avícolas.

En otros casos, como el de los ingenios azucareros y otras empresas agroindustriales, existen incentivos claros para la consolidación de la industria mediante fusiones y adquisiciones.

En el caso de sectores como el de textiles y confecciones, o el de servicios petroleros, el modelo de negocios parece evolucionar con base en una definición más amplia de los mercados, tanto de suministros como de venta final, dando lugar incluso a inversiones directas en otros países.

Aún en el caso de la construcción, que en teoría no es transable, se están experimentando fuertes cambios. El valor de los predios aumentó, así como el tamaño de los proyectos y su complejidad. Como resultado, los modelos de negocios se han especializado, dando lugar a una mayor separación entre los promotores, constructores, inversionistas y operadores de activos inmobiliarios.

Es posible afirmar que el fenómeno es transversal y cubre prácticamente la totalidad del aparato productivo nacional. En general, el objetivo de nuestros empresarios debe ser identificar las cadenas internacionales de valor a las cuales se pueden insertar y definir el modelo de negocios que les permitirá formar parte del nuevo ecosistema.

Fundamental resulta, en todos los casos, que el modelo elegido pueda traducirse en un crecimiento acelerado que permita alcanzar una escala de operación suficiente para ser competitivos internacionalmente.

¿No es esto obvio? Bueno, en realidad, no tanto. El aparato productivo nacional es aún, de alguna manera, la herencia de un modelo de desarrollo proteccionista basado en la sustitución de importaciones. En Colombia es posible encontrar empresas que producen casi cualquier cosa, pero a una escala muy reducida para competir internacionalmente.

Un ejemplo sencillo permite ilustrar bastante bien este fenómeno. De las 26.543 empresas que reportaron sus estados financieros a la Superintendencia de Sociedades en 2013, menos de 300 tienen un patrimonio contable superior a los 200.000 millones, que es el valor del traspaso de James Rodríguez al Real Madrid.

La estructura fragmentada y diversificada del aparato productivo nacional permitió por muchos años que nuestras empresas compitieran con éxito a pesar de su reducido tamaño. Sin embargo, las ineficiencias que ocultaba el modelo de desarrollo anterior no serán sostenibles en el tiempo.

A medida que se agoten los plazos de desgravación y se incrementen las presiones competitivas, se hará cada vez más evidente la imperiosa necesidad de crecer que tienen muchas de nuestras empresas.

Las presiones competitivas terminarán por reconfigurar el aparato productivo nacional. En los próximos años, varios sectores simplemente dejarán de ser competitivos. Otros seguramente lograrán adaptarse e integrarse a las cadenas de valor internacionales para competir con éxito en el mercado local y en mercados globales.

Para estar en esa fiesta, será necesario, sin duda, saber soñar sueños más grandes.

Fuente: 
www.portafolio.co

AURUM® Advisors

Luis Carlos Bravo

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